Desde el inicio de la guerra, la archidiócesis de Ivano-Frankivsk, en el oeste de Ucrania, empezó a acoger a mujeres y niños que huían. La fundación internacional ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) apoya a la archidiócesis en esa labor. Algunas de las personas que han tenido que dejarlo todo han compartido su testimonio con ACN.
Vasilisa y Ulyana se despertaron una mañana y vieron los ojos asustados de su madre: la guerra en su país había tomado una nueva dimensión. Con cinco y nueve años, las niñas ya saben dónde y cómo esconderse cuando hay bombardeos y qué ruido hacen los misiles. En su ciudad, Avdíivka, situada en la disputada región de Donetsk, en el este del país, se han producido frecuentes enfrentamientos desde 2014. Pero debido a la nueva ofensiva de las tropas rusas, quedarse allí se volvió demasiado peligroso, así que los padres decidieron enviar a las niñas y a su abuela, Tetyana, a Ivano-Frankivsk, una ciudad al oeste del país.
«No sabíamos exactamente dónde íbamos a acabar, pero la verdad es que aquí estamos muy bien «, dice Tetyana. Las tres se han refugiado en el colegio de san Basilio, uno de los refugios gestionados por la archidiócesis greco-católica donde se acoge a los desplazados internos. En el colegio san Basilio, las aulas se han convertido en dormitorios para 100 personas. Llevan varios días viviendo allí y una de las cosas que más agradecen es no tener miedo a quedarse dormidas. Las niñas echan mucho de menos a sus padres, pero cuando se les pregunta sobre ello, dicen que es correcto que ambos se hayan quedado en Donbás para ayudar a su país.
«Mis padres se quedaron en Avdíivka, pero ya no tienen que preocuparse por nosotras, porque aquí el colegio es tranquilo y estamos bien. Nos dan de comer tres veces al día y vamos a clases de música y arte donde cantamos y dibujamos. Ayer jugamos en los terrenos del colegio y teníamos que buscar a “Olaf”, el muñeco de nieve de la película de dibujos animados Frozen. Fue divertido», cuentan Vasilisa y Ulyana.
Tetyana escucha atentamente a sus nietas y añade que su mayor sueño es que acabe la guerra y volver a casa. «Ansiamos volver a Avdíivka, a nuestro hogar, donde están nuestros familiares y amigos. Porque, ¿adónde podemos ir si no es a casa?», dice la abuela con un aliento de esperanza en los ojos.
ACN lleva muchos años apoyando proyectos en la archidiócesis de Ivano-Frankivsk. Debido a la guerra, a finales de febrero, ACN envió rápidamente una ayuda de emergencia de 30.000 euros. Una nueva ayuda de emergencia para ayudar a los desplazados internos, así como para el mantenimiento de diez casas parroquiales donde están alojados va a ser aprobada en breve.