Soldados rusos invadieron, profanaron y saquearon el seminario de la Iglesia Católica en Vorzel, un pequeño pueblo en la región de Kiev. Entre los objetos destruidos se encuentra una imagen de Nuestra Señora de Fátima y un cáliz que San Juan Pablo II utilizó y ofreció a la Iglesia ucraniana tras su visita apostólica al país en 2001.
“El seminario quedó bien destruido, eso sí”, dice el padre Lucas. Perozzi. “Se destrozaron las ventanillas, los vidrios… se destrozó el portón como si le hubieran pasado un tanque, también se destrozaron mucho los carros que estaban allí… se robaron todo lo que pudieron robar, incluso cosas que no tienen valor, se llevaron todo lo que había, todo lo que vieron…”
Informes padre PEROZZI, en un mensaje enviado a la Fundación AIS en Lisboa, el estado del seminario católico en Vorzel después de que los soldados rusos pasaron por la zona.
“El refectorio seminario tenía la imagen de la Virgen de Fátima. Cuando entraron allí, lo tiraron al suelo, y se rompen …”, describe el cura. “El seminario está un poco fuera de Kiev, en el lado norte. Es precisamente en el área que fue atacado [por los rusos], explica el piloto de 36 años de edad, cura, que se encuentra actualmente en la capital de Ucrania.
“El pueblo se llama Vorzel y está cerca de Bucha [donde hubo una masacre de civiles], de Irpin… está todo ahí”, explica. La escala del robo y destrucción de las instalaciones del seminario solo se conoció después de la salida de las tropas rusas de la región. “Ahora sabemos lo que pasó porque esta zona ya fue liberada, llevamos ocho o nueve días sin ataques”, dice el padre Perozzi. “Toda la ciudad de Kiev ha estado tranquila durante ocho o nueve días”, añade.
Con la salida de las tropas rusas de la región, la Iglesia quiere hacerse cargo de las instalaciones del seminario de nuevo, tratando de evitar más actos de vandalismo. “Durante el seminario fue el director de Cáritas de nuestra diócesis, el rector del seminario, algunos seminaristas y algunos voluntarios para poner las cosas en orden. Fueron allí [también] para poner en orden, para poner su vida en orden en el seminario, ya que los seminaristas se encuentran dispersas en las parroquias”, explicó el Padre Lucas Perozzi.