La parroquia de Koilamati se encuentra en el estado de Assam, en el noreste de la India. Sus aproximadamente 20.000 habitantes pertenecen a minorías étnicas, principalmente a la tribu de los karbis, que viven en pequeños asentamientos en cabañas de bambú con techos de paja.
La mayoría de los pobladores son pequeños agricultores o se dedican a la talla tradicional en madera y a la confección de textiles para la venta. Las condiciones de vida son muy duras: la mayoría de las familias solo puede comer dos veces al día, principalmente arroz con verduras. La mortalidad infantil es elevada y enfermedades como la malaria están muy extendidas.
Desde 2009, la parroquia está a cargo de los padres carmelitas. Actualmente, tres sacerdotes trabajan allí. En 16 de las 50 aldeas del territorio parroquial viven católicos. Los padres no solo deben acudir a estas comunidades los domingos y días festivos, sino también turnarse entre semana para administrar los sacramentos, visitar a los enfermos y moribundos, y brindar apoyo a la población.
Sin embargo, las distancias son largas y los caminos sumamente peligrosos. La zona es montañosa, cubierta de selva virgen, y los encuentros con elefantes, tigres, rinocerontes y otros animales salvajes representan un gran riesgo. Además, las carreteras están en muy mal estado y algunas aldeas se encuentran en lo alto de las montañas.
Los sacerdotes necesitaban ayuda urgente, ya que no contaban con un vehículo adecuado, lo que hacía su labor aún más ardua. Durante años utilizaron dos motocicletas para sus visitas pastorales, pero estas terminaron completamente desgastadas y dañadas. Aunque fueron reparadas en múltiples ocasiones, ya habían sobrepasado su vida útil.
Ante esta necesidad, el padre Xavier Jayaraj, superior provincial de los carmelitas, solicitó apoyo. Gracias a la solidaridad de los benefactores, los padres ahora disponen nuevamente de dos motocicletas. La contribución fue de 1.090 euros.
El padre Xavier nos escribe:
“Solo una motocicleta potente puede enfrentar estas carreteras pedregosas y sin asfaltar. Ahora nuestros hermanos pueden recorrer estos difíciles caminos que los conducen hasta las personas que Dios ha puesto bajo su cuidado pastoral. Gracias por su amor, por comprender nuestras dificultades y por atender nuestra petición. Han facilitado enormemente el apostolado de los padres en Koilamati. Ahora pueden llegar más rápido a los pueblos y dedicar más tiempo y energías a servir a la gente. ¡Que Dios los bendiga a todos por su amor y atención hacia nosotros!”.