Renovación del centro de formación de los Frailes Menores Conventuales

El monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe de la ciudad de Belén en Costa Rica es el centro de formación de los postulantes de los Franciscanos Menores Conventuales en América Central. Actualmente viven allí seis frailes -dos formadores que han emitido los votos perpetuos y cuatro postulantes- aunque el monasterio tenga capacidad para dieciséis. El padre Andrés Quesada Soto nos escribe: “Esperamos que la pastoral vocacional dé sus frutos en los próximos años y que más jóvenes se interesen por descubrir su vocación a la vida religiosa en nuestro carisma franciscano”. 

El monasterio está consagrado a Nuestra Señora de Guadalupe y, para los frailes, eso supone una gracia especial: “Nosotros, los latinoamericanos, sentimos un cariño muy especial hacia Nuestra Señora de Guadalupe. Ella es nuestra verdadera intercesora, y por eso el pueblo creyente no duda en encomendarse a su intercesión por las más diversas necesidades.

La Virgen es también un signo claro del gran amor y cuidado que nuestro buen Dios tiene por todos los hombres y, especialmente, por los más necesitados. Nuestra Señora de Guadalupe fue el instrumento a través del cual Dios se manifestó en un momento decisivo para nuestro continente, y como verdadera Madre sigue acompañando e iluminando nuestro camino de fe. Su ejemplo nos obliga a ser, como ella, signo de esperanza, de paz y de unidad entre los pueblos.

Por todo ello, es un signo de la providencia que el postulantado lleve su nombre. La Santísima Virgen reúne a jóvenes de todas partes de Centroamérica dispuestos a seguir a Jesucristo y consagrar toda su vida a Dios como Frailes Menores Conventuales. Bajo la mirada de la Virgen, damos nuestros primeros pasos en la vida religiosa. Acudir a ella para refugiarnos bajo su manto es la mejor escuela para convertirnos en verdaderos discípulos de Jesús. Muchas generaciones de frailes que se han formado en este monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe viven hoy con alegría su vocación a favor del Pueblo de Dios en los más diversos ámbitos”.

Sin embargo, hay un problema: el monasterio se construyó en 1988 y con el tiempo, el edificio ha ido acumulando problemas que precisan reformas, sobre todo a causa de los huracanes y terremotos que han azotado la región. Algunos de estos daños suponen incluso un peligro para los residentes.

El padre Andrés nos informa: “A raíz de nuestra situación económica, nos resulta muy difícil asumir todas las obras de reparación que necesita el edificio. Nuestra congregación sufraga todos los gastos de los jóvenes postulantes, y por eso queda poco dinero para las obras de mantenimiento”.

Por ello, los frailes nos han pedido ayuda para renovar su refectorio, y nosotros les hemos prometido 4.600 euros para este fin. Y es así como os agradecen de antemano vuestra ayuda: “Con vuestros generosos donativos será posible que esta casa siga acogiendo durante muchos años a jóvenes centroamericanos. Os tendremos siempre presentes en nuestras oraciones y , por intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe y de San Francisco de Asís, rogamos a Dios que esté siempre a vuestro lado y os proteja de todo mal”.

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