Belice es un pequeño país de América Central con apenas 400,000 habitantes. Al haber sido una colonia británica, el idioma oficial es el inglés. Muchos de sus habitantes son inmigrantes provenientes de otros países centroamericanos.
La principal fuente de ingresos del país es la agricultura. Muchas personas trabajan en plantaciones de plátanos, naranjas y cocos. También la cría de camarones y el sector de la construcción en zonas turísticas generan empleos, aunque en su mayoría están mal remunerados. Las madres que trabajan en el campo suelen verse obligadas a dejar a sus hijos al cuidado de amigos, vecinos o familiares cercanos.
Los jóvenes, con frecuencia, no encuentran perspectivas de futuro, lo que los expone a las drogas y la delincuencia. Las pandillas juveniles están muy extendidas. Otros, en busca de una vida mejor, emigran al extranjero, principalmente a Estados Unidos.
Frente a esta realidad, la Iglesia se esfuerza por ofrecer esperanza y alternativas. Desde 2013, las Hermanas Vicentinas están presentes en 14 comunidades de la parroquia del Sagrado Corazón, ubicada en la zona rural del distrito de Stann Creek, al sur del país. Las tres religiosas —originarias de México, Nicaragua y Colombia— se dedican a acompañar a los más necesitados y, como ellas mismas expresan, a “transmitir la pasión por el Reino de Dios entre los más pobres”.
Estas hermanas realizan una labor valiosa en la pastoral juvenil, la catequesis y la formación de catequistas; también organizan cursos bíblicos, visitan y apoyan a las familias, y atienden a los enfermos. Su servicio abarca 14 pueblos rurales.
Sin embargo, su misión se ve afectada por una dificultad importante: no cuentan aún con una casa propia. Actualmente viven en una vivienda alquilada en una aldea remota, lo cual, a largo plazo, representa un costo elevado. Una casa propia no solo reduciría los gastos, sino que también les brindaría mayor seguridad y facilitaría su vida religiosa.
Por ello, desean construir una vivienda en Bella Vista, un pueblo estratégicamente ubicado. No obstante, dado que los habitantes solo pueden colaborar en mínima medida, las hermanas dependen de ayuda externa.
Desde Ayuda a la Iglesia Necesitada, nos hemos comprometido a apoyar a las Vicentinas con 20,000 euros para que puedan construir un alojamiento permanente.
¿Quién quiere sumarse a esta causa?