La evangelización en los suburbios es una prioridad en Perú, dice el responsable de proyectos para este país en Aid to the Church in Need, Marco Mencaglia
Entrevista con Amélie Berthelin – de La Hougue con ocasión de la próxima visita del Papa Francisco, prevista para enero de 2018
¿Cómo puede describirse la faz de la Iglesia en Perú hoy en día?
Para describir las condiciones de la Iglesia en Perú, debe considerarse la gran diversidad geográfica del país: regiones urbanas, montañosas y selváticas. Crear esa unidad probablemente constituya la principal prioridad. La Iglesia en Perú se encuentra aún en vías de desarrollo; en numerosas diócesis, el clero local aún ha de tomar enteramente la responsabilidad del servicio pastoral. El 47% de los obispos es de origen extranjero, y el 57% procede del clero de alguna congregación religiosa. En América del Sur, solo Bolivia se encuentra en una situación similar. Hay verdaderas experiencias positivas de evangelización en difíciles contextos. Reforzar la pastoral de vocaciones y el crecimiento de una fe madura, partiendo del tesoro de un sentimiento religioso popular muy vivo, constituyen los retos a los que la Iglesia se enfrenta actualmente.
¿A qué campo da especial prioridad la Iglesia actualmente?
La evangelización en los suburbios de las grandes ciudades es una prioridad evidente. Millones de ciudadanos abandonan las montañas, y las grandes ciudades como Lima y Arequipa se expanden constantemente. Este fenómeno existe también, en menores dimensiones, en cada capital regional. La Iglesia está llamada no solo a ocuparse de las situaciones más graves en un plano social, sino también a formar una comunidad entre las familias que proceden de diferentes entornos del país y que, en ocasiones debido a las condiciones de su trabajo, no disponen de tiempo para conocerse. En las otras periferias del país, en los pueblos más alejados, a 4.000 m de altitud en pleno Amazonas, el servicio de la Iglesia es fundamental para atender a miles de pequeñas comunidades. Una parroquia, a veces, debe atender a más de 50 de estas pequeñas comunidades; la visita de un sacerdote o una religiosa es un auténtico acontecimiento.
Perú fue consagrado al Sagrado Corazón de Jesús y al Corazón inmaculado de María en 2016. ¿A qué se debió esta consagración? ¿Fue una iniciativa del Presidente? ¿Era un momento importante para el país o para la Iglesia?
Esta consagración fue una iniciativa del Presidente, durante un encuentro anual de los políticos cristianos que trataban temas de espiritualidad. Este «Desayuno Nacional de Oración» es una tradición importada de Estados Unidos, en donde el presidente del país participa siempre desde los tiempos de Eisenhower. El Presidente Kuczynski, que trabajó durante muchos años como economista en Estados Unidos, eligió participar en este acontecimiento en Perú. Es el primer presidente del país en hacerlo. Por tanto, esta «consagración», en dicho marco, debería considerarse como una declaración individual durante un discurso político, y no durante una celebración, en la que no estuvieron presentes representantes de la Iglesia católica.
Se podría añadir además que el partido político del Presidente no ha demostrado tener una visión cristiana en algunas cuestiones como el aborto o el «matrimonio» homosexual.
La Iglesia y las sectas: ¿tienen los evangélicos un papel importante en la vida religiosa de Perú? ¿Es una «amenaza» para la Iglesia?
En mis viajes a América Latina, he tenido la impresión de que el sentimiento de pertenencia a la Iglesia católica sigue siendo muy fuerte, frecuentemente fundado en una devoción popular por los santos y las fiestas tradicionales. En algunas regiones más apartadas, es interesante comprobar la capacidad que han tenido estas tradiciones de sobrevivir a lo largo de los siglos, a pesar de la escasa presencia oficial de la Iglesia. Al mismo tiempo, las sectas evangélicas han registrado progresos sobre todo en los lugares donde la Iglesia no es más capaz de mostrar su presencia. Este es, evidentemente, el caso de las periferias ya mencionadas, donde el vertiginoso crecimiento de la población no le permite a la Iglesia católica mostrar una presencia constante.
El crecimiento de la población es, en efecto, un elemento que debe considerarse en América Latina: si en Europa mantener el mismo número de religiosos y de agentes pastorales puede considerarse un objetivo ideal, en América Latina no es suficiente. La población de Perú asciende actualmente a alrededor de 32 millones de habitantes. En los últimos 50 años ha crecido en un 170%. En Francia, durante el mismo período, el crecimiento ha sido de aproximadamente el 30%.
El principal reto para la Iglesia católica es, pues, tomar contacto con las comunidades, reencontrar a las familias y a las personas en los lugares donde se ha perdido su presencia con el tiempo.
En los últimos años, Perú se ha visto beneficiado por un crecimiento económico; ¿considera que la situación de los peruanos ha mejorado?
El crecimiento económico no es el mismo en las diferentes regiones del país: la gran diversidad geográfica de Perú explica estas disparidades y causa una migración interna constante y sostenida hacia los suburbios de las grandes ciudades. Sobre todo las zonas rurales son abandonadas por la población, que busca mejores oportunidades en las principales ciudades de cada región.
Mejorar la propia condición económica no significa automáticamente mejorar el desarrollo humano de la población. Esto se aprecia sobre todo en las periferias, cada vez más grandes, de Lima, Arequipa y otras ciudades principales del país. Son muy numerosas las familias cuyos padres dejan a los hijos solos en las casas para trabajar durante todo el día. Esta triste realidad lleva al crecimiento sin control de bandas, del tráfico de drogas y de la criminalidad. En Perú, como en varios otros países de América Latina, la cuestión de mejorar las condiciones de vida de los habitantes no es solo una cuestión económica. Desde este punto de vista, la Iglesia puede prestar evidentemente una importante contribución al debate.