Jornada Mundial del Refugiado: «Las comunidades católicas migrantes pueden ser el motor para fortalecer la evangelización en otros países»

Entrevista con Marco Mencaglia, responsable de proyectos de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) para Ucrania

ACN.- Este próximo domingo 25 de septiembre celebramos la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado. El Papa Francisco ha escrito un mensaje titulado “Construir el futuro con los migrantes y los refugiados”. Es un tema de enorme actualidad, pero la Iglesia lleva celebrando este día desde hace 108 años.

La ayuda de emergencia para refugiados está profundamente arraigada en la historia de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN). Esta Fundación comenzó facilitando la asistencia espiritual a miles de refugiados católicos que huían del otro lado del Telón de Acero. En 2021, en el mundo, 84 millones de personas han tenido que huir de sus hogares en busca de refugio, a causa de la guerra o la violencia de grupos terroristas, según ACNUR. Marco Mencaglia es responsable de proyectos de Ayuda a la Iglesia Necesitada para Ucrania, un país que ahora atraviesa una enorme crisis humanitaria desde que el pasado 24 de febrero Rusia invadiera su territorio. Se calcula que 14 millones de ucranianos han huido de sus hogares, más de la mitad fuera de sus fronteras.

¿Qué aporta ACN, como parte de la Iglesia católica, para ayudar a estas personas que desgraciadamente están aumentando en todo el mundo y particularmente en Ucrania?

Marco Mencaglia: En primer lugar, podemos decir que ACN ha nacido como una organización para la ayuda a migrantes y refugiados. Después de la Segunda Guerra Mundial, la primera ayuda de nuesta organización fue para los 14 millones de desplazados desde Alemania Oriental, bajo control de la Unión Soviética, que se habían desplazado a la Alemania Occidental. Después, a lo largo del tiempo se ha desarrollado una acción pastoral de la Iglesia es el tema de la atención al migrante muy importante para nosotros. Esa atención fuerte sigue en algunos contextos particulares, el último en Ucrania, donde estamos apoyando a la Iglesia local con los desplazados que huyen del este del país hacia el oeste y otras zonas donde no hay combates.

¿Qué tipos de proyectos está apoyando ACN en Ucrania, para ayudar a estas miles de personas que han huido de sus casa a otras partes del país debido a la guerra?

Desde el inicio del conflicto en el mes de febrero, nos hemos puesto en contacto con los obispos de Ucrania para ver la forma de apoyar a la Iglesia local que en poco tiempo se ha encontrado con una situación de increible emergencia, de hasta 7 millones de desplazados internos. Estamos apoyando a conventos, monasterios, seminarios y parroquias que se han convertido en lugares de acogida. Estas personas no solo necesitan ayuda de primera necesidad sino un trato personal, con alguien que les escuche, que pueda apoyarlos en sus traumas personales de vivir la guerra y los bombardeos. Por eso nuestro apoyo se centra en ayudar a la Iglesia local, a los sacerdotes, religiosos y laicos que atienden a estos deplazados. No aceptamos proyectos únicamente de ayuda humanitaria genérica que luego no sabemos a quién va a ser entregado. Sino que siempre pedimos los datos del lugar, la parroquia o seminario de destino, el número de personas apoyadas y el tiempo que estas personas serán ayudadas con nuestra contribución.

Hay muchas personas que huyen de sus países también por motivos religiosos, por ejemplo en Irak o Siria, donde los cristianos se ven amenazados, ¿crees que la persecución religiosa está provocando también un aumento de los refugiados en el mundo?

Sabemos que en los últimos años muchas personas han sufrido persecución religiosa en el mundo, como en Irak o Siria, pero también en muchos países de África, como Nigeria, Mozambique o Camerún. Quizá la persecución religiosa no es la primera causa de la crisis de refugiados pero muchas veces se usa como instrumento la cuestión religiosa para marginar a parte de la población de un país. La Iglesia católica sufre porque no está afiliada a ninguno de los grupos que tienen el poder en esos países y nadie defiende a las religiosas y a los sacerdotes que viven en parroquias muy alejadas y que son víctimas de ataques violentos, de asaltos de tropas armadas. En muchos casos hasta se desconocen los motivos de estos ataques, pero la Iglesia es víctima de persecución. Muchas de las personas desplazadas por conflictos violentos o guerras son los mismos fieles de la Iglesia que no saben qué hacer, dónde ir con sus familias para tener una vida en paz.

¿Podrías compartir algún testimonio de fe de personas o familias que han huido de sus casa en Ucrania pero son acogidas por la Iglesia y siguen confiando en Dios pese a todo?

En abril de este año con un grupo de colaboradores de ACN hemos tenido la oportunidad de visitar Ucrania y a muchas de las comunidades del oeste del país, que están acogiendo a miles de desplazados. Muchos de estos desplazados nunca han tenido un contacto con la fe, vienen del este de Ucrania de mayoría ortodoxa pero que quizá nunca han tenido una verdadera experiencia de Dios. Por ejemplo, en la archidiócesis de Ivano-Frankivsk, las religiosas greco-católicas nos han contado que en muchos casos estas personas desplazadas pedían hablar con los sacerdotes y algunos han pedido ser bautizados y recibir los sacramentos. Eso es una gracia de Dios y podemos testimoniar cómo muchas personas se han podido encontrar con Dios en un momento de tanta dificultad.

El Papa en su mensaje para esta jornada que celebraremos el domingo, destaca que muchos migrantes y refugiados católicos refuerzan la Iglesia en países de acogida, ¿cuál es tu experiencia sobre esto y si puedes compartir algún ejemplo concreto de alguno de los países que conozcas?

Como responsable en ACN de los proyectos en todo el continente europeo, soy testigo de cómo las comunidades católicas migrantes son una ayuda para la Iglesia. Por ejemplo, en el norte de Europa, como Suecia, Islandia, Finlandia o Noruega, las pequeñas comunidades católicas están formadas por personas de decenas de nacionalidades diferentes. No se unen por el idioma, por la nacionalidad o la etnia, sino por la fe común. Podemos decir, volviendo al tema de Ucrania, que ACN ha apoyado mucho a las comunidades ucranianas migrantes en el occidente de Europa. Se estima que antes de la guerra, casi 8 millones de ucranianos dejaron su país tras el fin de la Unión Soviética, muchos por cuestiones económicas, y debido a esto se han fundado nuevas diócesis o han fortalecido a las comunidades que ya había. Por eso podemos afirmar que las comunidades católicas migrantes pueden ser el motor para fortalecer la evangelización en algunos países.

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