La diócesis de Humaitá, ubicada en la región del Amazonas, dispone de un barco para la pastoral porque las comunidades de creyentes asentadas a orillas de los ríos sólo son accesibles por agua. Estos viajes son arduos y peligrosos debido a los rápidos, los troncos en el agua, los animales venenosos como las serpientes y los numerosos mosquitos que les dificultan la vida a los misioneros. Pero lo peor y más peligroso era que el barco ya estaba muy deteriorado: además de otros desperfectos, la madera del fondo se estaba pudriendo y el casco estaba dañado, por lo que urgía repararlo.
Nuestros benefactores donaron 2.800 euros para que volviera a estar a punto. Ahora el equipo misionero -formado por un sacerdote, una religiosa y otras personas como seminaristas, misioneros laicos y otras religiosas- puede volver a dedicar quince días al mes a visitar a los fieles a las orillas de los ríos para rezar con ellos, administrarles los sacramentos, instruirlos en la fe y ayudarlos de palabra y de obra. El equipo misionero permanece uno o dos días con cada comunidad y luego prosigue el viaje.
A veces, también el Obispo Antonio Fontinele de Melo visita las comunidades fluviales. Está muy contento de que, gracias a vuestra ayuda, el barco vuelva a cumplir su finalidad y de que los viajes sean más seguros. Y así nos lo ha comunicado: “Hoy el barco ya cuenta con el permiso de las autoridades de navegación, y está llevando a los misioneros por las vías fluviales de nuestro querido Amazonas para llevar el mensaje del Evangelio a los que más lo necesitan”.
A todos los que han contribuido a ello, ¡gracias de corazón!