Estamos escribiendo historia junto con ACN en Tierra Santa

George Akroush es director de proyectos de desarrollo para el patriarcado latino de Jerusalén. En una entrevista con la fundación internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) habla de los planes para renovar la labor pastoral entre los cristianos de Tierra Santa, cada vez más atrapados entre crecientes extremismos. 

El patriarcado latino de Jerusalén abarca los territorios de Palestina, Israel, Jordania y Chipre. Por diversas razones, esta es una realidad muy compleja, con comunidades muy diversas que están creciendo en Israel por una parte y comunidades en Palestina y Jordania, por otra parte, que disminuyen rápidamente. 

“En Israel, además de los cristianos palestinos, tenemos dos vicariatos importantes: la comunidad de lengua hebrea, un grupo de unos 1.200 católicos, y el vicariato para migrantes y solicitantes de asilo que suman unos 120.000 fieles. Es decir que, a pesar de todos los retos y del éxodo de cristianos de Tierra Santa, tenemos un incremento por los solicitantes de asilo y refugiados que llegan a la zona,  esto aumenta la diversidad. Así que, en general, la Iglesia está creciendo en número pero, por desgracia, los cristianos nativos, que son de la primera Iglesia que se estableció, se están marchando, y ahora representamos menos del 1% de la población total”, explica Akroush. 

La fundación internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada  (ACN) ha cooperado con más de 700 proyectos para los cristianos de Israel, Palestina y Jordania en los últimos 30 años, más de 100 de ellos en colaboración con el patriarcado latino. Según George Akroush, esta colaboración se va a intensificar todavía más: “ACN apoyará una gran operación centrada sobre todo en las necesidades pastorales de la población. Sorprendentemente, a pesar de nuestra condición única de miembros de la primera comunidad cristiana del mundo, nuestro pueblo está muy alejado de la Biblia y sus enseñanzas y hay un gran desfase entre el clero y los grupos juveniles. 

Tenemos varios grupos de scouts, agrupaciones de jóvenes y grupos de oración católicos, pero están muy desconectados de la Iglesia. Debemos tener el valor de admitir que en el pasado se ha realizado un trabajo pastoral esporádico y fragmentario con estos jóvenes, que son el futuro de nuestra comunidad cristiana. El patriarcado es consciente de ello,  con el apoyo de ACN lanzaremos un programa estratégico dirigido a todos los grupos de jóvenes de Jordania, Palestina e Israel, incluidos el vicariato de habla hebrea y los inmigrantes”. 

El plan incluye la creación de capellanías juveniles y la apertura del seminario latino a personas que no son miembros del clero: «Por primera vez en 170 años, el clero se sentará junto a un líder scout para recibir clases de estudios bíblicos, filosofía y valores cristianos. Esto es muy importante. Con ello estamos escribiendo historia junto con ACN, pues es la primera vez que nos embarcamos en proyectos a gran escala, en lugar de apoyar proyectos aquí y allá”.

Menos del 1%, pero al servicio del 40% 

El patriarcado latino de Jerusalén también espera reformar los planes de estudios escolares para combatir el extremismo, en un momento en que la sociedad parece secularizarse cada vez más. “A pesar de ser tan pocos, menos del 1%, brindamos nuestro servicio al 40% del pueblo palestino. Pese a todos los retos que afronta la Iglesia, las mejores escuelas, los mejores hospitales y las mejores instituciones para personas con discapacidad, huérfanos, ancianos y refugiados son todas cristianas. La herramienta más importante para el cambio podrían ser las organizaciones cristianas afiliadas a las distintas Iglesias y, especialmente, las escuelas. La Iglesia gestiona casi 200 escuelas en Israel, Palestina y en Jordania, donde se enseña a cientos de miles de alumnos”.

“Queremos que la nueva generación palestina tenga una mentalidad abierta, que acepte mejor al prójimo y, especialmente, a los cristianos. Tenemos que emplear esta herramienta para cambiar la forma de pensar de la nueva generación. La mayoría de nuestros alumnos son musulmanes, eso es algo positivo ya que de no ser así irían a escuelas donde reinan el fanatismo y el radicalismo. Nuestras escuelas tienen el deber de ilustrar a la nueva generación, de enseñarles a ser más tolerantes y a respetarse mutuamente y de inculcarles los valores cristianos del amor, la tolerancia y el respeto recíproco”. 

Atrapados entre radicalismos 

Desafortunadamente, llevar a cabo estos proyectos sobre el terreno es difícil. Por un lado, están el creciente fundamentalismo y falta de esperanza en Palestina, sobre todo en Gaza, debido a la falta de perspectivas políticas para un acuerdo de paz así como la corrupción generalizada en el sector público. Por otro, Israel sigue complicándoles la vida a los palestinos, incluidos los cristianos, como Akroush experimenta en su propia familia:

“Yo tengo carné de identidad israelí, pero mi mujer es una cristiana de Belén, así que no lo tiene y por eso ¡no puede conducir ni utilizar el aeropuerto israelí! Yo puedo tomar un vuelo desde el aeropuerto Ben Gurión; ella no, para ello tiene que ir a Jordania. A veces le conceden un permiso para Ben Gurión, pero nunca se sabe hasta la víspera, así que solemos hacer dos reservas, una desde Jordania y otra desde Israel. Cosas sencillas que se dan por sentadas en cualquier otra parte del mundo aquí son muy complicadas y están muy politizadas”, explica. 

Otro problema es el creciente sentimiento anticristiano entre los judíos ultraortodoxos de Israel. Escupir al clero cristiano es algo cotidiano pero, últimamente, las agresiones se han agravado con ataques a iglesias, incluida la de la Multiplicación, en Taghba, que fue incendiada y cuya restauración costó más de dos millones de dólares. 

“No son sólo los cristianos, también los musulmanes están emigrando, pero como somos una pequeña minoría, la emigración nos afecta más”. Bajo la dirección de su beatitud el patriarca Pizzaballa estamos intentando infundir esperanza a nuestra gente”, asegura George Akroush. 

 

Tierra Santa, presente en Lisboa 

A pesar de todas las dificultades, más de 400 cristianos de Tierra Santa lograron viajar a Lisboa en la primera semana de agosto para participar en la Jornada Mundial de la Juventud: “Asistieron 150 de Palestina, otros 40 de Israel y 125 de Jordania. También hubo gente de la comunidad de habla hebrea.  A pesar de su compleja situación legal, se las arreglaron para viajar hasta allí para sentir que no están solos y que forman parte de la Iglesia católica universal”.

“Su presencia es importante a nivel psicológico. Es realmente conmovedor para ellos sentir que forman parte de algo más grande”, explica.  

ACN también ha formado parte de esta experiencia. En colaboración con Cáritas, la fundación pontificia fue una de los organizaciones que apoyó el proyecto de los rosarios confeccionados por cristianos de Tierra Santa que se distribuyeron entre todos los peregrinos en Lisboa. “Es un proyecto importante que, en nuestra zona, da trabajo a varios talleres cristianos que perdieron sus ingresos a raíz de la pandemia del coronavirus y de los recientes enfrentamientos entre israelíes y palestinos, que han tenido un efecto muy negativo en el sector turístico del que dependen muchas de estas familias”, afirma el director de proyectos para el patriarcado latino de Jerusalén.

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