Desde abril de 2023, el padre Anton Lässer es asistente eclesiástico de la fundación católica internacional : Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), con sede en Königstein im Taunus en Alemania. Por lo tanto, es responsable de la vida espiritual de la fundación en cooperación con las 23 oficinas nacionales. Lässer pertenece a la congregación de los pasionistas y antes de seguir su vocación espiritual trabajó, entre otras cosas, para una consultoría empresarial. Volker Niggewöhner, de ACN Alemania, ha hablado con él sobre sus primeras impresiones en su nuevo cargo.
Volker Niggewöhner: ¿Cómo se encontró con su nuevo destino?
Padre Anton Lässer: Como tantas veces en mi vida, este destino me encontró a mí. Recibí una llamada para acudir al despacho del cardenal Mauro Picacenza, quien ha sido presidente de la fundación pontificia : Ayuda a la Iglesia Necesitada desde 2011. Me preguntó si estaría dispuesto a asumir la tarea como asistente eclesiástico. Le respondí: haré lo que la Iglesia quiere que haga; pero eso lo deciden mis superiores religiosos. Así que les trasmití esta decisión, que acompañé en la oración.
¿Cuáles han sido sus primeras impresiones de la fundación ACN?
Es un poco como nadar en el océano. ACN es una fundación muy compleja e internacional. En mis primeras semanas, recibí la visita de numerosos obispos de todo el mundo, estuve presente en las reuniones de los principales órganos de la fundación en Roma y en las consultas de los directores de las oficinas nacionales. Mantengo un buen intercambio con los distintos niveles de dirección. Queremos aprovechar la oportunidad para reflexionar sobre el ministerio del asistente eclesiástico a nivel internacional y nacional, y seguir haciéndolo fructífero.
¿Hay también algo que le haya asombrado o sorprendido?
Estoy realmente asombrado por la forma en que se lleva a cabo el diálogo en los distintos niveles, pero también por la fe de todos los responsables de ACN. Nunca había conocido una organización de ayuda que, por un lado, esté tan profesionalmente organizada y, por otro, que cuente con tantas personas “encendidas” por el Reino de Dios. La orientación pastoral de la fundación ACN es algo particular: no sólo ayudamos allí donde hay guerras o catástrofes naturales, sino que también apoyamos la supervivencia de la Iglesia, concretamente de las religiosas, los sacerdotes y laicos, que no podrían vivir y trabajar sin esta ayuda. Una gran ventaja es la sólida red de contactos con los socios de proyectos en todas las regiones del mundo. Su implicación contribuye decisivamente a cumplir con la responsabilidad hacia los benefactores. Este es un gran punto fuerte de la fundación pontificia.
En su opinión, ¿cuál es la particularidad de ACN frente a otras organizaciones de ayuda?
La fundación comenzó su labor después de la Segunda Guerra Mundial con benefactores que apoyaban a personas necesitadas y que antes eran sus enemigos. Esto es en sí mismo una gran gracia. Otra característica especial, en mi opinión, es que la petición de ayuda va unida a una proclamación muy clara de la fe. De este modo, los donativos se convierten en dones en los que el amor de Dios llega a otras personas. La fundación ACN es una comunidad de oración.
Que las personas que allí trabajan comiencen su jornada delante del sagrario o sitúen mentalmente a sus compañeros de proyecto en el altar durante la santa misa es algo muy especial. Y un punto muy importante: ACN no actúa como una organización donante que luego determina cómo deben hacerse las cosas sobre el terreno. Siempre hay un diálogo con los beneficiarios. Nosotros y nuestros benefactores somos como un puente de cientos de miles de personas que, con sus donativos y sus oraciones, ayudan allí donde la Iglesia lo necesita de muchas maneras.