En la extensa llanura del Alto Apure, en el suroeste de Venezuela, confluyen la identidad llanera, la herencia andina, la presencia indígena y el intercambio constante con la población colombiana debido a su ubicación fronteriza con este país. En medio de los llanos se alza el Cristo de la Sabana, que se ha convertido en un emblema de la fe, la identidad y la resiliencia para la diócesis de Guasdualito, creada hace tan solo nueve años, en diciembre de 2015, y apoyada por ACN.
La historia del Cristo de la Sabana comenzó en la inmensidad de los llanos venezolanos: tierra dura para la vida, abandonada por el Estado y oprimida por grupos armados al margen de la ley y la violencia, con alto índice de analfabetismo y pobreza, un lugar desconocido para el mundo e incluso de difícil acceso para la Iglesia antes de que se constituyera la diócesis.
La historia cuenta que unos niños aseguraban haber visto una figura misteriosa entre los médanos del Hato Trinidad de Arauca: una «señora muy bella, pero con barba», cuyo corazón se hacía visible a través de su túnica. La narración de los niños llegó a los oídos del propietario del hato, don José Natalio Estrada Torres, quien decidió encargar una imagen de un Cristo a Italia sin dar especificaciones exactas. Para sorpresa de todos, en lugar del esperado Cristo crucificado, llegó un majestuoso Corazón de Jesús de mármol de Carrara, de casi dos metros de altura y 900 kg de peso. Lo colocaron en el médano, mirando al río Arauca, con una inscripción en su base que dice: «Señor, bendice a nuestro llano».
Así nació el Cristo de la Sabana, también conocido como Cristo de la Mata, “como una manifestación tangible en medio de la inmensidad del paisaje de que Dios también se acuerda de esta tierra”, explica Monseñor Pablo Modesto, primer obispo de la Diócesis Guasdualito.
El lugar es un símbolo de unidad y diversidad en el Alto Apure, ya que, poco después, inspirado por el poema Píntame Angelitos Negros, el dueño del hato encargó a Italia cuatro ángeles de diferentes etnias: blanco, negro, mestizo e indígena. “Dispuestos en semicírculo alrededor del Cristo, estos ángeles simbolizan la riqueza cultural del llano y la necesidad de fraternidad. Esto es importante en este rincón de Venezuela, donde convergen llaneros, andinos, indígenas y colombianos y donde es fundamental gestar una identidad que abraza la hospitalidad, la honestidad y el trabajo como valores esenciales”, cuenta el obispo a ACN.
En 2022 comenzó la tradición de peregrinar a este lugar en la madrugada del primer sábado de Cuaresma: “Nos hemos percatado de que, de manera latente, existía una devoción popular, aunque el lugar estaba muy abandonado, pero es una oportunidad de de favorecer la identidad religiosa en esta región y el sentido de comunidad”, explica Mons. Pablo Modesto a ACN.
La diócesis de Guasdualito ha afrontado muchos retos y dificultades desde sus comienzos, ya que apenas tenía estructuras, muy pocos recursos económicos y escasísimos recursos humanos, contando con apenas unos pocos sacerdotes y religiosos en sus primeros años. ACN ha apoyado a la diócesis desde su creación con varios proyectos, como la construcción de la curia, un centro pastoral y la asistencia a los sacerdotes con estipendios de misa.
Monseñor Pablo, salesiano, está acostumbrado a salir al encuentro de los fieles y no se amilana ante los problemas o dificultades que enfrenta. Durante una visita de proyectos de ACN a la región, contaba cómo, en una ocasión, justo cuando iba a comenzar la misa, vio de repente todo el mundo salía en estampida. Se preguntó qué había pasado y resultó que, después de muchos meses de escasez, había llegado combustible a la zona. Sin pensárselo dos veces, Monseñor Pablo tomó una guitarra y se fue al lugar donde distribuían el combustible. Allí, en medio de la multitud, comenzó a cantar y tocar alabanzas a Dios, compartiendo un momento de fe con cientos de personas, creyentes y no creyentes, que esperaban en la cola.
“Lo importante es estar con la gente, llevarles a Dios. Desde que comencé mis primeras visitas a la diócesis, he insistido en lo importante que es la simple convivencia, el llamado a reflejar el amor trinitario en nuestra vida cotidiana”, explica. Y recuerda: “Jesús nos enseña que seremos juzgados por nuestras obras de amor y compasión hacia los más necesitados. La fe no es solo carga y sacrificio, sino también júbilo y esperanza. En un mundo a menudo marcado por la desesperanza, estamos llamados a ser testigos de la alegría de Dios”.
Desde enero de 2025, Monseñor Pablo Modesto ha sido nombrado obispo de La Guaira, a 900 kilómetros de distancia. Le dará pena dejar Guasdualito, su gente sufriente pero honesta, marcada por la incertidumbre, las dificultades económicas y la presencia de grupos armados. Su paso ha marcado la vida de sus habitantes y el Cristo de la Sabana se ha convertido en un refugio espiritual para la diócesis. “He pedido una prórroga para quedarme aquí en Guasdualito hasta la peregrinación del 15 de marzo”, cuenta a ACN. “Es algo muy importante para nuestro pueblo; es un recordatorio de que: en los lugares más inesperados, en el testimonio de una comunidad humilde, en la inmensidad de los llanos, Dios está presente”.