No existe una solución sencilla para el conflicto en Cabo Delgado, Mozambique. Sin embargo, es fundamental combatir la pobreza y la desinformación. La Iglesia está haciendo su parte, afirma el obispo de Tete.
Mons. Diamantino Antunes, obispo de Tete —una diócesis ubicada al noroeste de Mozambique, separada de Cabo Delgado por Malawi y la provincia de Niassa—, aseguró durante su visita a la sede internacional de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), en Königstein (Alemania), que su país no puede enfrentar solo la grave crisis humanitaria causada por la insurgencia yihadista en Cabo Delgado.
“La situación de las personas desplazadas por el conflicto en Cabo Delgado es sumamente difícil. Hay muchas bocas que alimentar y pocos recursos disponibles. Mozambique necesita, y seguirá necesitando, ayuda internacional para resolver este y otros problemas”, declaró a ACN.
“Las personas desplazadas viven en condiciones muy precarias. A menudo carecen de lo más básico para sobrevivir, especialmente alimentos y servicios esenciales para llevar una vida digna”, explicó Mons. Antunes. Lamentablemente, añadió, el conflicto está lejos de terminar.
La insurgencia yihadista comenzó en 2017. Desde entonces, ha causado alrededor de cinco mil muertes y ha desplazado a más de un millón de personas. Aunque en un principio los yihadistas —fieles al Estado Islámico— atacaban principalmente instituciones gubernamentales, recientemente han comenzado a atacar también templos y estructuras religiosas, centrando su violencia contra los cristianos.
No hay una solución fácil
La Iglesia católica desempeñó un papel fundamental en el acuerdo de paz que puso fin a la larga guerra civil entre 1977 y 1992. Sin embargo, el obispo Antunes considera que resolver la violencia en Cabo Delgado, una zona mayoritariamente musulmana, podría ser aún más complejo.
“No es fácil encontrar una solución a la insurgencia, porque no sabemos quién está detrás, quién la apoya ni quién se beneficia de ella”, explicó en la entrevista.
Mientras tanto, la Iglesia continúa haciendo todo lo posible por asistir a la población:
“La Iglesia está presente, especialmente al lado de la gente y para la gente, al servicio del pueblo. Estamos en el terreno a través de Cáritas, misioneros, laicos y organizaciones de ayuda, colaborando con el gobierno para abordar algunas de las causas que alimentan el terrorismo, como la pobreza y la desinformación”.
A lomo del “caballo de San Fernando”
Como sucede en muchos países africanos, una de las principales dificultades son las grandes distancias, la falta de carreteras adecuadas y de medios de transporte. El obispo Antunes, cuya diócesis es más grande que muchos países europeos, contó que antes de viajar a Alemania realizó una visita pastoral por el sur de Tete que le tomó tres semanas.
ACN ha proporcionado diversos medios de transporte a la Iglesia en Mozambique. Sin embargo, debido al mal estado de muchas vías, muchas veces deben recurrir al llamado “caballo de San Fernando”, es decir, “un rato a pie y otro andando”, ya que incluso las motocicletas resultan inservibles en esas condiciones.
“Estamos profundamente agradecidos a ACN por su apoyo en la formación de seminaristas y sacerdotes, por ayudarnos a construir capillas, iglesias, casas para misioneros y seminarios, y por financiar medios de transporte, biblias y otros materiales catequéticos. Su ayuda ha sido crucial para el crecimiento y consolidación de la Iglesia católica, así como para la asistencia a los más pobres. Estoy muy agradecido a todos los benefactores por los sacrificios que hacen para ayudarnos. Los tengo presentes en mis oraciones”.