La parroquia de San Francisco Javier se encuentra en una zona rural de la diócesis de San Ignacio de Velasco, en el oriente tropical de Bolivia. Allí, la gente vive de lo que cultiva con métodos tradicionales. La región está poco desarrollada y su población es de escasos recursos.
Una de las comunidades que pertenecen a la parroquia es Juancito, una pequeña aldea de apenas 500 habitantes, a la que solo se puede acceder por un camino de tierra. En los días festivos, también llegan fieles de localidades vecinas que acuden a Juancito para participar en las celebraciones.
Hasta hace poco, en la aldea existía una capilla muy antigua, que se había quedado demasiado pequeña para la cantidad de fieles. Además, se encontraba en estado deplorable y carecía de ventilación, por lo que en su interior se acumulaba un calor sofocante. Con el tiempo, el lugar se convirtió en refugio de murciélagos, que resultaban difíciles de expulsar. A esto se sumaba que la ubicación de la capilla no era la más adecuada. Por todo ello, se hacía necesaria una capilla más amplia y ubicada en un sitio de mejor acceso.
Los fieles participan activamente en la vida parroquial y viven su fe con profundo compromiso. Con el deseo de construir un templo «como Dios manda», sacrificaron tiempo y recursos: transportaron materiales como madera y barro, y ofrecieron sus habilidades y manos al servicio de la obra. Sin embargo, sus esfuerzos no fueron suficientes. Por eso, gracias a la generosa ayuda de nuestros benefactores, se donaron 13,800 euros para que su sueño pudiera hacerse realidad.
La alegría en Juancito es inmensa. ¡Mil gracias a todos los que hicieron posible la construcción de la nueva capilla!