Benue: Si no fuera por la fe, muchas víctimas habrían buscado venganza, dice un sacerdote nigeriano. “Preguntamos a nuestros líderes: ¿Por qué permiten que maten a sus ciudadanos?”

El padre Remigius Ihyula, socio de proyectos de la fundación internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), dirige la Fundación para la Justicia, el Desarrollo y la Paz, en la diócesis de Makurdi en el estado de Benue, Nigeria. El estado se encuentra entre los más afectados por los ataques de militantes pastores fulani,  la fundación del padre Remigius implementa la atención de la Iglesia local a los desplazados internos, en su mayoría personas y familias desarraigadas por la violencia fulani.

ACN apoya a la Iglesia local en la prestación de ayuda a los desplazados internos en 14 campamentos y en 13 comunidades de acogida. Además de la atención pastoral, la Iglesia local brinda asesoramiento sobre trauma, becas para que los niños puedan continuar su educación, así como alimentos y otras formas de ayuda humanitaria.

En una entrevista con Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), el padre Ihyula explica la situación y señala el fracaso del gobierno a la hora de detener la violencia.

Fomentados por armas sofisticadas, los asesinatos y desplazamientos masivos de nigerianos comenzaron en 2009 y se intensificaron en 2014. Millones de personas se han visto obligadas a huir y miles viven en campamentos. Algunos viven en comunidades de acogida con sus familiares. ¿Por qué hay tanta violencia fulani en el estado de Benue?

Lo que se llama ‘violencia fulani’ debería llamarse atentados terroristas fulani contra aldeas de inocentes. Algunos dicen que actúan por motivos religiosos, otros dicen que han llegado al valle de Benue por el cambio climático. Pero no es por el cambio climático, porque este se da en todas partes y la gente no se mata en todas partes. Nuestra interpretación es que hay terroristas que utilizan a estos pastores para desplazar a la población local.

El estado de Benue es considerado la “cesta de alimentos de Nigeria”, pues es la región con mayor productividad agrícola,  abastece a la población de Nigeria y de otros países. Los cultivos alimentaban a las familias de los campesinos y con la venta de los productos se pagaban los gastos médicos, las matrículas y otras cosas vitales. La actividad terrorista priva a los nigerianos de esta riqueza: la gente se ve abocada a la mendicidad, cuando antes nuestro pueblo nunca había mendigado. El campesino de Benue es muy orgulloso, nuestros campesinos siempre han cultivado la tierra y se han alimentado sin ayuda externa. En cambio, ahora mendigan y dependen de organizaciones gubernamentales y, en algunos casos, de particulares que les dan comida y un lugar donde acampan o se esconden. No pueden regresar a sus aldeas para labrar la tierra porque, cuando lo intentan, los terroristas los asesinan.

Es decir, que no sólo destruyen las cosechas y matan a la gente -sobre todo a los niños varones-, sino que también ocupan las tierras para que la gente no pueda volver a sus comunidades agrícolas, provocando así hambruna y penuria.

¿Cómo atiende la diócesis de Makurdi a los desplazados de los campamentos?

El sustento espiritual es importante, pero intentamos atender primero otras necesidades. La gente sufre gravísimas carencias: necesitan higiene, comida, educación y ayuda psicológica. Muchos han dejado de enviar a sus hijos a la escuela a causa de la violencia, así que intentamos proporcionarles una educación en los campos. La Iglesia ha hecho posible que puedan asistir con seguridad a las escuelas municipales y también les enseñamos técnicas emprendedoras para que cuando dejen la escuela tengan algo a lo que recurrir.

Algunos residentes de los campos han sufrido varios desplazamientos, otros han visto a sus seres queridos masacrados, tiroteados y descuartizados como animales. Tenemos personal que ofrece ayuda psicosocial para tratar sus traumas y también ayuda espiritual, porque la fe cristiana, a veces, ayuda a la gente a curarse mejor y más rápido. Si no fuera por la fe cristiana, estoy seguro de que mucha gente habría tomado las armas para volver y luchar.

¿Qué es lo más importante para la gente de los campos de desplazados?

Necesitan su fe, que es el apoyo más importante que podemos darles. Por eso, el obispo me pide que visite los campamentos todos los días. Verme les infunde esperanzas y refuerza su fe en Dios. La oración del Señor nos enseña a amar a quienes nos odian y persiguen y a rezar por ellos. Nuestra gente está dispuesta a perdonar e intentar curarse. A pesar de todo lo que les ha sucedido, deben estar dispuestos a perdonar: ese es el mensaje que les predicamos para que puedan reconstruir sus vidas, les instamos a no vengarse, porque entonces es posible que nunca se curen de sus traumas.

¿Qué hace el gobierno para solventar la situación?

Sólo rezamos para que Dios nos dé líderes que sean imparciales y que ayuden a los expulsados de sus pueblos a regresar y continuar con sus vidas. Todo indica que nuestros dirigentes actuales son indiferentes a su difícil situación porque estas personas no hablan su lengua ni rinden culto como ellos. Es como si fueran seres humanos inferiores y, por tanto, lo que les ocurre no les concierne.

Dígame cualquier lugar de la Tierra donde haya miles de desplazados y donde el Gobierno o el presidente no los visite. Nuestra gente es masacrada a diario y nuestro presidente no viene a vernos. Cuando nuestro gobernador quiere hablar de ello, el presidente le hace callar, diciendo que es un problema ancestral. Nosotros le preguntamos: ¿Por qué permite que maten a sus ciudadanos?

Estas son algunas de las cuestiones a las que nos enfrentamos. Si, por casualidad, nuestros dirigentes leen esta entrevista, yo me convertiré en su blanco. Para ellos yo soy el problema, no el gobierno que no cumple con su deber, que no protege a sus ciudadanos, sino yo por decir la verdad. En Nigeria, la gente que dice que hay que hacer frente a la injusticia se convierte en blanco de ataques. Yo soy un sacerdote católico, si me matan, matan a una sola persona. Si me atacan a mí, atacan a una sola persona. Pero, de todos modos, no voy a vivir para siempre, y es preciso que se diga la verdad. El presidente ha oído y visto muchas noticias sobre el estado de Benue; ¿acaso no puede venir aquí de una vez y ver lo que está ocurriendo? ¿Merece nuestra gente ser castigada de esta forma?

¿Cuáles son las mayores necesidades de la diócesis a la hora de atender a estos desplazados?

En primer lugar, esperamos conseguir financiación para un centro de trauma para los desplazados y demás personas que hayan sufrido graves crisis. Además, necesitamos asistencia sanitaria para estas personas e instalaciones adecuadas para atenderlas. También queremos educar a los niños desplazados. El obispo ya ha puesto en marcha esta labor.

¿Cuál es su mensaje a los benefactores de ACN?

Ayuda a la Iglesia Necesitada es un regalo del cielo para la diócesis de Makurdi. Esta organización ha llevado nuestro mensaje al mundo,  esta es sólo la primera de sus obras en Makurdi,  hemos logrado tanto. Quiero aprovechar este medio para daros las gracias a todos por el trabajo que realizáis. Rezamos por vosotros,  por vuestras intenciones y porque sigáis abogando por nosotros. Rezamos para que esta colaboración sea fructífera y mejore la situación de nuestros hermanos y hermanas. Gracias y que Dios os bendiga.

Ayuda a la Iglesia Necesitada apoya la labor de la diócesis de Makurdi, Nigeria, proporcionando ayuda a los sacerdotes y a los desplazados de Guma y de Daudu Camp, dos de los 14 campos y 13 comunidades de acogida.

Además de atención pastoral, la Iglesia local proporciona ayuda psicológica, becas, alimentos y otras formas de ayuda humanitaria. En 2022, los pastores fulani atacaron 93 aldeas y asesinaron a 325 granjeros.

 

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