En la archidiócesis de Trípoli (Líbano), donde sólo el 2% de la población es cristiana, la Iglesia promueve activamente el diálogo interreligioso con la población musulmana. Sin embargo, la archidiócesis afronta grandes retos debido a la situación económica del país. Así lo ha explicado Youssef Soueif, arzobispo maronita de Trípoli, en el transcurso de una reunión en Líbano con una delegación de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada.
“Algunos desafios no pueden resolverse desde el escritorio. En Trípoli, el diálogo interreligioso no tiene lugar en torno a una mesa, sino en la vida cotidiana. Nuestra tarea es ser una luz para el mundo con nuestra presencia in situ”, explica el arzobispo maronita de Trípoli, Youssef Soueif, a la delegación de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).
Trípoli, situada en el norte, es la segunda ciudad más grande y también una de las más pobres del país. Mientras que los chiíes son el grupo religioso más numeroso en el conjunto del Líbano, los suníes son mayoría en Trípoli. Según el arzobispo Soueif, la proporción de cristianos en Trípoli antes de la guerra civil libanesa (1975-1990) era del 30%; ahora sólo es del 2%.
Las escuelas, el corazón de la misión
No obstante, ese 2% marca la diferencia, asegura el arzobispo: “Tenemos 16 escuelas con 6.500 alumnos en zonas predominantemente musulmanas, y desde ellas transmitimos un mensaje de paz, perdón y amor. ¡Y los musulmanes de aquí anhelan ese mensaje! Envían a sus hijos a nuestras escuelas porque quieren que crezcan en ese entorno”.
Las escuelas son, por tanto, una de las principales áreas de trabajo pastoral de la archidiócesis. “¡Las escuelas son el corazón de nuestra misión! Son el lugar donde se anuncia la Buena Nueva. Nuestro estilo de vida atrae a la gente, y nosotros debemos transmitirles el mensaje cristiano, pero sin hacer proselitismo. Respetamos la fe de los demás, pero también les ofrecemos la nuestra”. El mensaje cristiano tiene allí un fuerte atractivo, y siempre llega gente que pide ser bautizada. “Casi todas las semanas firmo mi consentimiento para el bautismo de un converso”, señala el arzobispo. “Nuestra Constitución defiende la libertad de conciencia y el derecho a la conversión, lo cual es absolutamente único en esta región”.
Construir una cultura de la paz
En 1989, el Papa Juan Pablo II dejó claro en un mensaje a todos los obispos católicos sobre la situación en Líbano que el ocaso de este país sería trágico. La razón: “Líbano es más que un país. Es un mensaje de libertad y un ejemplo de pluralismo”. El arzobispo Soueif lo confirma: “¡Los musulmanes nos quieren aquí! A menudo nos dicen: ‘Sólo junto a vosotros podemos ser conscientes de la plena identidad del Líbano’”.
En Trípoli, la Iglesia está construyendo una cultura de la paz junto a los musulmanes; una cultura en la que se aceptan las diferencias entre las personas. Sin embargo, esta labor, al igual que el resto del trabajo pastoral de la archidiócesis, está siendo puesto a prueba durante largo tiempo, pues desde el inicio de la crisis económica en 2019, los sacerdotes del Líbano luchan por sobrevivir. “En Líbano, los sacerdotes no reciben un salario de la Iglesia, sino que cubren sus gastos de sustento con las colectas y los donativos de los fieles. Sin embargo, desde el inicio de la crisis económica, la colecta de los domingos asciende a menos de 10 dólares. No pueden vivir con eso y mucho menos nuestros sacerdotes casados, que también tienen que alimentar a sus familias”, explica el arzobispo, refiriéndose a la Iglesia católica maronita, que está en plena comunión con Roma, pero que sigue la antigua tradición oriental de ordenar también a hombres casados.
La archidiócesis de Trípoli abarca 120 parroquias, que en un 90% de las cuales se encuentran en zonas rurales. Debido a la frecuente escasez de dinero y combustible, los sacerdotes a menudo no logran visitar a todas las comunidades de su parroquia.
Contrarrestar la emigración
Además de los sacerdotes, al arzobispo también le preocupan las familias, los matrimonios jóvenes y la juventud en general, pues su testimonio de fe es necesario para Trípoli. Como la Iglesia libanesa posee terrenos, la archidiócesis maronita de Trípoli intenta ahora convertirlo en tierras de cultivo para ser más independiente económicamente, vender los productos agrícolas a la población local a precios bajos y crear puestos de trabajo para 200 cristianos de la zona. Así espera poder contrarrestar la emigración de los cristianos.
La fundación pontificia internacional ACN lleva muchos años ayudando a la archidiócesis de Trípoli. En 2023 apoyó a 116 sacerdotes con estipendios de misa para garantizarles el sustento diario y sufragó sus gastos de seguro médico. Además, ACN también apoya la formación de futuros sacerdotes en Trípoli..