Un país marcado por décadas de violencia
Desde mediados de la década de 1960, Colombia soporta un conflicto armado que ya ha provocado el desplazamiento de seis millones de personas y la muerte de 200.000. Además, 60.000 personas están desaparecidas.
A pesar del acuerdo de paz de 2016, gran parte del país sigue estando controlada por grupos armados y, desde el año pasado, la violencia ha vuelto a aumentar. En las zonas rurales, el cultivo de coca para el tráfico de drogas ha destruido casi por completo la cultura campesina tradicional. A ello se suma, especialmente en las regiones fronterizas, una fuerte inmigración procedente del vecino país de Venezuela, lo que agrava aún más la pobreza.
Un territorio peligroso para la labor pastoral
Colombia es desde hace décadas un país peligroso para los sacerdotes: en los últimos 40 años, casi 100 sacerdotes han sido asesinados en este país sudamericano y varias decenas de ellos han sido secuestrados. No obstante, los sacerdotes no se dejan intimidar.
Gracias a vuestra ayuda, los apoyamos regularmente en varias diócesis colombianas, pues necesitan ayuda urgentemente, y para ello les enviamos periódicamente estipendios de misa.
La voz del obispo de Tibú
Mons. Israel Bravo Cortés, obispo de Tibú, nos escribe:
**“Una zona como la nuestra, tan marcada por la violencia y la muerte, necesita a Dios. Sus habitantes necesitan la presencia del Señor en sus corazones para poder cambiar tantas situaciones dolorosas que marcan sus vidas. Nosotros tenemos el deber de construir una nueva cultura en la que el mensaje de paz del Evangelio ocupe un lugar central.
En estas circunstancias, nos sentimos llamados a practicar la misericordia y a ser una Iglesia misionera y portadora de esperanza.
En una región en la que la gente ya no sueña con tiempos mejores, donde que las posibilidades de progreso ya no son creíbles y en la que la muerte sigue dejando su huella, sabemos que desempeñamos un papel decisivo en la proclamación del Señor Jesucristo para abrir nuevos horizontes y acompañar y dar seguridad a aquellos que hoy se sienten indefensos ante esta situación”.**
Un llamado que se repite en todo el país
También de otras diócesis de Colombia nos llegan cartas similares. Queremos seguir apoyando, con vuestros estipendios de misa, a los valientes sacerdotes que, dispuestos a arriesgar su propia vida, permanecen al lado de la población y anuncian la Buena Nueva de Cristo.