El Papa León manifestó su cercanía al pueblo de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, durante su discurso del Ángelus del pasado domingo 24 de agosto. Ya el Papa Francisco se había referido en varias ocasiones a la insurgencia en Cabo Delgado.
“Quiero manifestar mi cercanía a la población de Cabo Delgado, en Mozambique, víctima de una situación de inseguridad y violencia que continúa provocando muertos y desplazados. Mientras hago un llamamiento a no olvidar a estos hermanos y hermanas, los invito a rezar por ellos y expreso la esperanza de que los esfuerzos que llevan a cabo los responsables del país puedan restablecer la seguridad y la paz en ese territorio”, dijo el Papa León después del Ángelus en la plaza de San Pedro, en el Vaticano.
Las palabras del Papa han supuesto un importante consuelo para las personas afectadas por la insurgencia islamista, asegura Mons. António Juliasse, obispo de la diócesis de Pemba, que abarca Cabo Delgado, en un mensaje enviado a Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).
“El mensaje del Papa León XIV durante el Ángelus, dirigido al mundo entero, es, ante todo, un acto de gran cercanía al pueblo de Cabo Delgado, que sufre terriblemente a causa de una guerra que arrancó en 2017 y que sigue destruyendo vidas, infraestructuras y bienes, y que impide cualquier posibilidad de desarrollo”, afirma el obispo.
El obispo mozambiqueño asegura que las palabras del Papa son también “un claro llamamiento a no permitir que esta guerra caiga en el olvido”, así como “un importante incentivo para que se reanuden las conversaciones de paz, para que las víctimas de la guerra y, en particular, los desplazados y todas las personas traumatizadas encuentren alguna forma de ayuda en la solidaridad del mundo entero”.
“Creo que lo que el Santo Padre está diciendo es sencillamente que no hay que olvidarse de ninguna guerra, porque todas las guerras dañan la vida y profanan la dignidad humana”, concluye el obispo António Juliasse en su mensaje a ACN.
El conflicto en Cabo Delgado, que comenzó en 2017, se ha intensificado en las últimas semanas con una nueva ola de ataques que ha causado el desplazamiento de al menos 60.000 personas que se suman al millón que ya se habían visto forzadas a huir de sus hogares en los últimos ocho años. Además, el conflicto se ha cobrado más de 6.000 muertes.