Tres años después de la invasión a gran escala, iniciada el 24 de febrero de 2022, la Fundación Pontificia Internacional ACN ha aprobado y financiado 977 proyectos, entre ellos 175 solicitudes de estipendios de misa por casi 3,5 millones de euros. En total, ACN ha destinado más de 25,2 millones de euros para apoyar a los dos ritos de la Iglesia católica en Ucrania.
La ayuda de ACN ha beneficiado tanto a las 17 parroquias de la Iglesia greco-católica como a las siete diócesis de la Iglesia católica latina. El tipo de ayuda ha ido cambiando con el desarrollo del conflicto: al principio, la atención se centró en la ayuda a los desplazados internos, pero en respuesta a las reacciones de los socios de proyectos de ACN sobre el terreno, el foco se trasladó al acompañamiento pastoral. Actualmente, las principales áreas de ayuda incluyen el sostenimiento de sacerdotes y religiosas, la formación de seminaristas, la curación de traumas y la financiación de medios de transporte.
En el año 2024, ACN brindó apoyo a 1.472 sacerdotes diocesanos, 1.380 religiosas, 60 religiosos y 19 diáconos. Además, ACN gracias a sus benefactores pudo apoyar la formación de 768 seminaristas. Un total de 7.200 niños y jóvenes se beneficiaron de los campamentos de formación durante las vacaciones de verano e invierno, llamados ‘Vacaciones con Dios’. Finalmente, ACN impulsó en 2024 cuatro centros de apoyo psicológico y espiritual, y la adquisición de 58 vehículos. Dichos vehículos se utilizan tanto para la atención pastoral como para la distribución de ayuda humanitaria.
Ejemplos de algunos de los proyectos son la adquisición de dos vehículos que hacen las veces de “capillas móviles” para la asistencia pastoral en las zonas de conflicto de la diócesis de Odesa-Simferópol y otras partes del este de Ucrania. Además, se han reparado los daños causados por el impacto de misiles en el convento de las Hermanas del Inmaculado Corazón de María en Leópolis (Lviv) y en la torre de la iglesia en la parroquia de Madre de Dios Auxiliador en Sudova Vyshnya.
Monseñor Maksym Ryabukha, obispo del Exarcado de Donetsk, pero residente en Zaporiyia debido a la ocupación de Donetsk, describe los extraordinarios retos que plantea a su diócesis una guerra, que dura ya muchos años en su diócesis. Desde 2014, esa zona se ha visto afectada por continuos combates, lo que hace que la vida de las personas y la pastoral de la Iglesia se desarrollen en condiciones especialmente difíciles: “La guerra ocasiona un gran dolor, una sensación de impotencia, duelos por la pérdida de seres queridos… La vida es ardua y oscura en tiempos como estos: no hay a dónde mirar, toda la vida parece congelarse. Solo la atención de los amigos, el calor de los abrazos de apoyo y ayuda, o la luz de una mirada llena de esperanza nos permiten creer que la vida aún tiene sentido, que detrás de la desesperanza se vislumbra un camino y que, en la desesperanza, el amor inspira los corazones”, afirma el salesiano.
En estos tiempos difíciles, Monseñor Ryabukha expresa su profunda gratitud por el apoyo indispensable de ACN, que ha permanecido al lado de la Iglesia católica en el Exarcado de Donetsk: “Ucrania está agradecida a todos los que han estado a nuestro lado durante estos once difíciles años de guerra -tres de ellos con una invasión a gran escala-, agradecida a los que nos han apoyado, a los que nos han brindado la oportunidad de vivir y crecer, a los que han hecho todo lo posible para curar nuestras heridas, para devolver la paz a nuestros corazones, la esperanza a nuestros pensamientos y la fe a nuestra mirada… Sin vosotros, ya no existiríamos”.
También Monseñor Stanislav Szyrokoradyuk, obispo de Odesa, región del sur de Ucrania también muy afectada por la guerra, describe los retos diarios a los que se enfrentan allí: “Llevamos tres años en guerra, y la muerte y la destrucción son nuestra realidad cotidiana” cuenta. “La tarea más difícil y dolorosa de la Iglesia es oficiar los funerales. Es muy difícil responder a las preguntas acerca del por qué y el para qué. Todos los días mueren hombres y mujeres jóvenes, incluso niños. ¡Qué precio tan alto por la independencia de Ucrania!”. Pese a todo este sufrimiento, la fe sigue siendo un apoyo para muchos en estos tiempos difíciles, como señala a ACN el obispo Stanislav, franciscano: “A pesar de lo que nos rodea, sentimos la Providencia Divina. No debemos perder la confianza en Dios. Nunca dejamos de dar las gracias a todos aquellos que se aseguran de que no nos sintamos solos. Muchas gracias a ACN por sus oraciones y su solidaridad con nosotros”.