Según fuentes consultadas por la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada la situación humanitaria y las condiciones de vida de la pequeña comunidad cristiana que queda en la Franja de Gaza se ha deteriorado todavía más en los últimos meses. Cuatro meses después del comienzo del conflicto ya son 30 los cristianos fallecidos en Gaza.
La situación en Gaza se ha vuelto cada vez más desesperada, con la región dividida en dos franjas separadas: el norte y el sur. El abastecimiento de alimentos y combustible sigue siendo un gran problema en el norte, donde los precios exorbitantes dificultan aún más la vida de los residentes. “Por ejemplo, 20 litros de diésel ahora cuestan €200 y solo proporcionan energía para dos horas de generadores”, explica George Akroush, director de la Oficina de Desarrollo de Proyectos del Patriarcado Latino de Jerusalén a la fundación ACN.
A pesar de las dificultades, siete religiosas de tres congregaciones diferentes y un sacerdote continúan brindando apoyo a los cristianos que han buscado protección en la parroquia católica de la Sagrada Familia. El número de fieles refugiados en este recinto, perteneciente al Patriarcado Latino de Jerusalén, que llegó a ser de 700, ha disminuido en las últimas semanas debido a la emigración y las muertes. En estos momentos hay 184 familias – un total de 560 cristianos – católicos y ortodoxos, incluyendo 140 niños menores de 18 años, entre ellos 60 con discapacidades, y 84 personas mayores de 65 años en el recinto parroquial.
Según Akroush, el número de cristianos que han perdido su vida desde el comienzo del conflicto ha ascendido a treinta. Entre ellos se cuentan las 17 víctimas del bombardeo a la iglesia greco-ortodoxa en octubre de 2023, así como dos mujeres asesinadas por francotiradores en la misma parroquia católica de la Sagrada Familia. Otras 11 personas han fallecido debido a enfermedades crónicas que no pudieron ser tratadas adecuadamente.
Uno de los casos más desgarradores es el de Hani Abu Daud, un joven de 48 años que necesitaba diálisis regularmente. Debido a la inoperancia de los hospitales del norte, tuvo que irse al sur en busca de tratamiento. A causa del aumento de los ataques en esta parte de la región también allí dejó de ser posible el tratamiento. Hanni murió sólo, lejos de su esposa y sus hijos, no le permitieron regresar a su hogar para poder despedirse de su familia. Fue enterrado en el sur, donde no hay ni clero, ni cementerios cristianos.
La falta de combustible y de electricidad impide el funcionamiento de las bombas de agua, obligando a los residentes a extraer agua manualmente de pozos. “La higiene se ha convertido en un grave problema, especialmente para los niños, quienes están enfermando debido a la escasez de agua y la falta de suministros básicos como harina y pañales”, explica el socio de proyectos a la fundación. La atención médica también es desastrosa, y otras diez personas con enfermedades crónicas corren el riesgo de morir debido a la falta de tratamiento adecuado, asegura la misma fuente. La comunicación se ha vuelto extremadamente difícil debido a los problemas para cargar y recargar los teléfonos móviles. Sin embargo, el papa Francisco sigue contactando casi a diario al sacerdote y a las religiosas que atienden a los refugiados.
Los residentes con una segunda nacionalidad han optado por abandonar la Franja de Gaza y buscar refugio en países como Egipto, Canadá y Jordania. Aunque al principio no deseaban irse, la difícil situación que han vivido durante los últimos cuatro meses ha llevado a muchos a tomar esta decisión.
En estos momentos, la situación del norte de la Franja de Gaza es muy tensa debido al control total del ejército israelí. Los cristianos desplazados pueden salir del recinto, pero con cautela, ya que la situación puede empeorar de un momento a otro. “Cualquier movimiento sospechoso o peligroso pone en peligro sus vidas y puede ser el último. Después de cuatro meses de asedio, están cansados y muchos están enfermos», afirma Akroush.
Con el apoyo de organizaciones como ACN, el Patriarcado Latino de Jerusalén está ayudando través de medicamentos y alimentos, así como de financiación para realizar procedimientos médicos. Además, continúa pagando los salarios de los profesores de escuelas y otras personas que trabajaban para instituciones religiosas, con el fin de mantener a sus familias.
Para George Akroush la destrucción masiva de viviendas y estructuras plantea un gran interrogante sobre el futuro de los cristianos en la región. “Se dicen que el 62% de las casas han sido totalmente destruidas y según algunas organizaciones internacionales y organismos de las Naciones Unidas que operan sobre el terreno, la reconstrucción durará hasta el 2093. En este drama la pregunta es ¿cuál es el futuro de los cristianos en el país? ¿Qué va a pasar? Nadie lo sabe. Por favor, recen por nosotros, no olviden el sufrimiento de los cristianos en esta zona del mundo.”